3. El problema del origen de las diversas clases de peces:
Una lectura cuidadosa del libro de Romer «Paleontología Vertebrada», parece no permitir
otra conclusión sino la de que las clasificaciones principales de peces son ya clara y
distintamente «divergentes», sin formas de transición que las conecten. La primera en aparecer en el registro fósil es la clase Agnatha. Los más antiguos de estos vertebrados, representantes de los dos órdenes Osteostraci y Heterostraci, han quedado casi siempre incrustados en material óseo u otro material duro. En lo que concierne a su origen, Romer escribe:
«En los sedimentos de la época Silúrica posterior y Devónica anterior están presentes
muchos vertebrados de características ictíneas de varios tipos, y es obvio que ha tenido que existir una larga historia evolutiva antes de este tiempo. Pero en lo que se trata de esta historia, la ignoramos mayormente.» (Pag. 15, edición inglesa.)
En cuanto a los Ostracodermos (Osteostraci), Romer escribe así:
«Cuando primeramente aparecen estos Ostracodermos, ya tienen una larga historia a
sus espaldas y están divididos en varios grupos distintos.» (Pag. 16.)
De los Heterostraci, dice Romer que desde luego no están relacionados de cerca con las
otras formas de la clase Agnatha. Si evolucionaron, también deben tener una historia evolutiva muy larga. Pero, igual que los Ostracodermos, aparecen repentinamente en el registro fósil sin ninguna evidencia de antecesores evolutivos.
Los Placodermos son causantes de buenos dolores de cabeza. Existían dentro de los
Placodermos sobre unas seis clasificaciones mayores de peces monstruo. De ellos dice Romer:
«Hay pocos caracteres comunes uniendo estos grupos, aparte de que todos ellos, sin
excepción, son peculiares.» (Pag. 24.)
Después de esto, sigue diciendo:
«Aparecen en un momento .más o menos sobre la frontera Siluriano-Devónica. en
que esperaríamos la aparición de los antecesores apropiados de los tiburones y de los grupos superiores de peces óseos. Serían de esperar formas «generalizadas» que encajaran limpiamente en nuestra preconcebida secuencia evolutiva. ¿Las conseguimos en los Placodennos? No, en absoluto. En su lugar encontramos una serie de tipos brutalmente imposibles que no encajan en ningún esquema apropiado, que no parecen venir de ninguna fuente anterior .a primera vista., ni ser antecesores apropiados para ningún tipo posterior más avanzado. De hecho, lo que uno tiende a sentir es que la presencia de esto Placodermos, que forman una parte tan importante de la historia Devoniana, es un episodio incongruente. ¡La situación se habría simplificado si nunca hubieran existido!» (Pag. 33.)
Pero existieron, y su registro no apoya, sino que contradice fuertemente el modelo
evolucionista. Los tipos superiores de peces, los «ortodoxos», estructurados bajo planes bien reconocidos, con aletas apareadas y mandíbulas bien desarrolladas, están colocados dentro de las dos clases, los Chondrichthyes o peces cartilaginosos, y los Osteichthyes, o peces óseos superiores.
Algunos, en el pasado, han argumentado que la ausencia de huesos en los peces
cartilaginosos representa una condición primitiva, y que los Chondrichthyes fueron una etapa evolutiva precediendo a los peces óseos. Romer argumenta con fuerza contra esta línea de pensamiento, señalando el hecho de que los tiburones son unos de los últimos grupos de clasificación taxonómica mayores en aparecer en el registro fósil.
Así, Romer continúa:
«El registro, de hecho, encaja mejor en la conjetura opuesta: que los tiburones son
degenerados en lugar de primitivos en sus caracteres esqueléticos; que su evolución ha sido paralela a la de otros varios tipos de peces en su tendencia hacia la reducción ósea; y que se tiene que buscar a sus antecesores entre los peces óseos primitivos con mandíbulas, del tipo general de los Placodermos. Ningún Placodermo conocido puede ser identificado como antecesor verdadero de los Chondrichthyes, pero nos hemos dado cuenta de que algunos de los peculiares Petalichthydeos parecen mostrar etapas morfológicas de reducción esqueletal. El conocimiento creciente de los Placodermos Devónicos anteriores puede algún día atar cabos.» (Pag. 38.)
Antes, y refiriéndose a los Placodermos, Romer había declarado:
«Debemos considerar seriamente que al menos los tiburones y Quimeras puedan haber
descendido de tales imposibles antepasados.» (Pag. 34.)
Una consideración al modelo Creacionista, ¿no sería aquí mucho más razonable que una apelación a imposibles antepasados!
Sobre los peces típicamente óseos, Romer registra el hecho de que su aparición en el
registro fósil es «dramáticamente repentina». (Pag. 52.) Más adelante (pág. 53), afirma:
«El antecesor común de los grupos de peces óseos es desconocido.» «Hay varios
caracteres, muchos de ellos descripto anteriormente, en los cuales las dos típicas subclases de peces óseos ya son claramente divergentes cuando las contemplamos en su principio.»
Así, el registro fósil no muestra antecesores ni formas de transición de los grupos
mayores de clasificación de peces. Basándonos en el registro conocido, tales antecesores
hipotéticos y las formas de transición necesarias son tan sólo el producto de la especulación.
¿Cómo pues se puede presentar el argumento de que la explicación ofrecida por el modelo evolucionista es más científica que la ofrecida por el modelo creacionista?
Y, ¿no está de acuerdo esta evidencia con el modelo creacionista, siendo a la vez un
embarazo para el modelo evolucionista?
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El documento arriba fue sacado del sitio electrónico:
Conpoder.com
Creación, evolución y la evidencia histórica
DUANE T. GISH, PH. D.
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